En Era, trasgo y orco son cosas bastante distintas, aunque guardan algunas similitudes (mayormente en aspecto). Sin embargo, tanto en uno como en otro, olvidaos del clásico bruto musculoso de escasa inteligencia y de la piel verde. Recuperando en parte la tradición Tolkeniana, estos bichos son bajos, escuálidos, de orejas largas y afiladas, nariz ganchuda y piel de aspecto grisáceo putrefacto, con la boca cubierta de cientos de pequeños y afilados dientes. No son sacos de px, no son simpáticos, no son graciosos; son la raza más asquerosa y mezquina que Cäea haya dado.
Tampoco son animales, sino seres dotados de la más maligna y miserable de las inteligencias que puedan concebirse. Capaces de alimentarse con prácticamente cualquier cosa, su manjar favorito es sin duda la carne humana, que devoran con brutalidad e insano placer.
Los zwars mantenían una guerra constante contra estas malignas criaturas, que aparecieron cierto día vomitadas por las profundidades de la tierra, arrasando con todo su glorioso y vasto imperio. Como una plaga, extendían la enfermedad y la muerte allá por donde pasaban. Los poderosos Bastiones zwar, invencibles e impenetrables desde el exterior, fueron cayendo uno a uno por este maligno cáncer.
Eran diabolistas y fieles adoradores de Ilun, las Tinieblas, y como tal no buscaban nada más allá del dolor y el tormento. Capaces de las mayores atrocidades, una noche con ellos nada tendrá que envidiar a una jornada en el infierno.
Entre los suyos se establece una jerarquía en base a la fuerza y el poder. Los chamanes se encuentran muy cerca de la cúspide, solo superados por el cacique. Un trasgo que devore (literalmente) a los suficientes de sus congéneres logrará avanzar en la jerarquía.
Son auténticos maestros en la confección de venenos, y ningún herida causada por uno de estos seres debería menospreciarse. Incluso su sangre y saliva son mortales, pues portan una enfermedad que debilita a la víctima hasta hacerla morir en pocos días.
Entre los suyos se establece una jerarquía en base a la fuerza y el poder. Los chamanes se encuentran muy cerca de la cúspide, solo superados por el cacique. Un trasgo que devore (literalmente) a los suficientes de sus congéneres logrará avanzar en la jerarquía.
Son auténticos maestros en la confección de venenos, y ningún herida causada por uno de estos seres debería menospreciarse. Incluso su sangre y saliva son mortales, pues portan una enfermedad que debilita a la víctima hasta hacerla morir en pocos días.
Hoy en día aparecen como los monstruos de cientos de cuentos e historias, llenando de espanto y terror el corazón de los niños. Desaparecidos hace ya mil quinientos años junto con los zwars, este es todo el recuerdo que queda de la infecta raza. Algunos eruditos que conocen la verdad creen que los zwar utilizaron un arma tan terrible para lograr acabar con ellos que su propio reino resultó destruido.
Lo que ni siquiera estos avezados sabios saben es que los trasgos continúan bajo la tierra, rasgando con sus ponzoñosas garras el vientre de su madre, ansiando salir a la superficie para volver a cubrir el mundo de sangre y veneno.
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