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jueves, 29 de noviembre de 2012

Relato 1, Página 5: Sangre


La carne cedió, el hueso crujió, y un cuerpo exhaló un último aliento. En el suelo se formaba un río de sangre que iba a parar al claro y apacible estanque donde se mesaban las barbas del dios muerto, tiñéndolo con el rojo de la muerte.

Despacio, Karb soltó su espada y se dejó caer al suelo, inerte, cubierto de sangre y con la carne abierta, con la mirada perdida en un techo de luz.

martes, 27 de noviembre de 2012

Relato 1, Página 4: Acero


Karb se tomó su tiempo en admirarla, su factura era excelente, magistral. Se trataba de una gran espada de batalla, tan alta como un hombre (al menos casi tanto como Karb, que entonces medía metro ochenta), de filo ancho y larga empuñadura. A pesar de su enorme tamaño y sólido aspecto, no resultaba especialmente pesada estando además perfectamente equilibrada. En la hoja estaban inscritas unas runas que el bárbaro no entendía, pero que sabía decían algo importante.

Aquella era una espada de reyes, con toda seguridad forjada por los zwars cuando aún habitaban sus Fortalezas, utilizada para acabar con una bestia que hubiese sido imposible de matar de otro modo. Y Corm le había guiado hasta ella.

Con lágrimas en los ojos se arrodilló y agradeció al Amo de las Cumbres, al Poderoso, al Trueno Inmortal el hallazgo.

Un rugido a su espalda fue todo el aviso que recibió, y todo lo que necesitaba. De un hábil salto rodó hacia delante y puso su nueva espada en guardia. Él suelo tembló cuando el monstruo aterrizó donde escasos momentos antes se había encontrado el chico bárbaro. Frente a él, mirándole con ojos agudos y relamiéndose con glotonería, la mayor bestia (si no la más peligrosa) que uno pudiera toparse en Valle: un Dienteespada. 

domingo, 25 de noviembre de 2012

Relato 1, Página 3: Hueso


La sobrecogedora visión hizo que Karb contuviera el aliento durante unos segundos. La magna dimensión de lo que allí yacía muerto era perturbadora, la idea en sí misma, aterradora.

Fascinado, el joven bárbaro bajó al suelo de la gruta con un ágil movimiento a pesar de sus heridas y se acercó a la colosal osamenta. Apoyó sus recias manos sobre uno de aquellos marmóleos pilares con una actitud casi devota, pues su imaginación se recreaba en dar forma a la colosal criatura cuya tumba hollaba. Y Karb sintió en el aire la misma sensación de dignidad y magnificencia que solo había sentido en los lugares más sagrados de su gente.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Relato 1, Página 2: Tinieblas

Avanzó tan rápido como pudo hacia la siguiente pared, mientras las agudas risas a su espalda prometían una muerte tan lenta y dolorosa como pudieran procurarle. Y prometían mucho. Se pegó a la pared buscando desesperadamente un asidero, algún hueco al que aferrarse y seguir trepando para huir de aquellas furias aladas. De pronto su mano halló una oquedad, y ansiosamente se aferró a ella para darse impulso.

El hielo cedió bajo su peso y cayó al suelo. Ante él se abría ahora lo que a todas luces parecía una entrada a una gruta, cubierta tiempo ha por los perpetuos hielos del Cuerno de Diretion. Sin pensárselo dos veces Karb se lanzó a sus profundidades, alejándose de las demenciales carcajadas. ¡Condenada tormenta! Era raro ver árpaves cerca del Cuerno de Diretion, puede que alguna solitaria en busca de una presa fácil (que entre los bárbaros rara vez encontraba), pero en las noches como aquella lo raro era no verlas.

Cuando creyó haberse alejado lo suficiente, Karb se apoyó en una pared y se dejó caer hasta el suelo. Jadeando, hizo un rápido examen de sus heridas: magulladuras y cortes en ambos brazos, abundantes cortes en sus manos, remarcando uno especialmente profundo en la mano izquierda (causado por las garras del árpave). Estaba perfectamente.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Relato 1, Página 1: Tormenta

Karb "Manotocha" miró enfadado las gruesas nubes que cubrían el cielo. Arriba en las montañas el viento se sentía con más violencia. Karb sabía que Corm debía poner a prueba a sus hijos, ¡pero maldita sea! ¿Por qué hacérselo aún más difícil en el día más importante de su vida? No se podía retrasar, el chamán había hablado hacía ya meses y su prueba era ineludible. Debía escalar la montaña con sus manos desnudas y traer el corazón de la primera bestia que encontrase. Tenía tres días con sus noches para lograrlo. Si regresaba con las manos vacías su vida no valdría nada, y debería abandonar a sus hermanos o morir linchado.

Tras él solo estaban su padre y el chamán, los únicos autorizados para acompañarle en el momento más importante de su vida (pues el chamán es la voluntad de Corm, y Corm está siempre vigilándonos). Frente a él, el Cuerno de Diretion, donde duerme el Invierno cuando no invade la tierra. Las árpaves lo sobrevolaban con sus risas infernales, honrando a la tempestad, y las nubes adoptaban las formas de los Señores de la Tormenta, criaturas engendradas por Corm y Mahir en los solsticios. Atentos miraban, juzgaban, al joven bárbaro.