Como ya mencioné en la entrada del Carrusel Bloguero de los Juegos de Rol, el orco que presento en el mundo de Era es distinto al usual. En lugar de tratarse de la clásica bestia que se reproduce por esporas, bruta, bestial y de escasa inteligencia, los orcos erenos son criaturas ladinas y solitarias, monstruos de gran astucia con algunas cualidades mágicas que emplean para colarse sibilinamente en las casas y beberse la sangre de los niños, desangrándolos en el proceso. Por supuesto, la sangre de niño es su sustento ideal, pero en caso de necesidad no desdeñarán cualquier otra, desde la adulta a la animal.
Son tan grandes como un hombre, pero escuálidos, marcándoseles todos los huesos del cuerpo bajo una piel de un color gris o verde enfermizo. Poseen afilados dientes y sus manos, con tan solo cuatro dedos en cada una, poseen unas uñas largas y agrietadas, afiladas como cuchillos, que utilizan para degollar a sus víctimas. Sus orejas son grandes y de puntas afiladas, y su nariz larga y ganchuda. A pesar de su frágil aspecto son sumamente resistentes y poseen una fuerza superior a la de cualquier hombre adulto.
Los orcos acostumbran a vivir en bosques y montañas, en las Tierras Centrales (no se conocen muchos orcos en el norte), donde actúan con gran astucia. Los orcos que pasan demasiado tiempo sangrando a la misma aldea acaban por ser cazados, por lo que la mayoría se encuentran en movimiento, en una suerte de tour macabro por todas las poblaciones de la región.
Como ya he dicho anteriormente, los orcos poseen algunas aptitudes mágicas que facilitan su infecta labor. Por toda Era se cuentan historias de orcos que se hacen invisibles, que abren mágicamente cualquier cerradura, o incluso de otros que se transforman en sombras para colarse por cualquier resquicio.
Cuáles de ellas son ciertas y cuáles mera superstición es difícil de decir, incluso para los más eruditos.
Como ya he dicho anteriormente, los orcos poseen algunas aptitudes mágicas que facilitan su infecta labor. Por toda Era se cuentan historias de orcos que se hacen invisibles, que abren mágicamente cualquier cerradura, o incluso de otros que se transforman en sombras para colarse por cualquier resquicio.
Cuáles de ellas son ciertas y cuáles mera superstición es difícil de decir, incluso para los más eruditos.
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