Los erigios son una raza que vive en la maldita tierra de Erigion, al sur de las Orcontañas, con las junglas de Aghán al oeste y el desierto de Irinea como frontera meridional, fuera de lo que se considera Era. Son una raza temida y odiada a partes iguales, siendo el principal motivo de esto las Guerras Sombrías y la Ocupación Erigia, un período que abarca casi quinientos años y que acabó con prácticamente toda la cultura erena de los siglos anteriores. De hecho, varios de los calendarios de Era dan comienzo después de la liberación del yugo erigio al carecer casi por completo de registros anteriores.
Los erigios son una raza de hombres de piel morena, negra en ocasiones, con narices aguileñas y ojos rasgados. Sus labios suelen ser firmes y estrechos, y poseen poco vello, aunque los hombres se dejan crecer barbas de chivo o gruesos bigotes. Visten con largas túnicas de brillantes colores, excepto los hechiceros y los Señores Brujos, cuyas ropas son negras. Los hombres se rapan para ponerse pelucas, mientras las mujeres se trenzan el pelo en complicados patrones, adornándolo con cintas o joyas. Los esclavos, que son la mayor parte de la población, pueden tener cualquier nacionalidad, y solo tienen permitido vestir de color blanco, con la cabeza completamente rapada (excepto aquellas mujeres destinadas al entretenimiento y el arte). Los erigios emplean el loto sangriento, una flor de color rojo oscuro y que libera un líquido idéntico a la sangre cuando se arranca, para controlar a sus esclavos, pues cuando se ingiere debidamente preparado, embota los sentidos y debilita la voluntad. Es altamente adictiva, y crece tan solo en las orillas de los escasos ríos de Erigion. Para que el efecto sea el deseado, las flores deben ser recolectadas por la noche.
Construyen la mayoría de sus edificios con ladrillos de adobe, mientras que los más importantes (mayormente las residencias y tumbas de los Señores Brujos) son construidos con una dura piedra negra sacada de las Orcontañas. Este mineral se conoce comúnmente como piedra demonio, y parece tener influencia sobre la brujería, potenciando sus efectos.
No es nadie en especial, pero tiene pinta de maloso |
El gobierno de Erigion es una brujocracia, son los hechiceros los que gobiernan sobre sus iguales gracias a sus negras artes y oscuros pactos, con legiones enteras de esclavos a su servicio. Los más poderosos entre los mismos son los Señores Brujos, que gobiernan extensos territorios regando la tierra con sangre para que de fruto (y esto es literal, se trata de un conjuro sin el cual los erigios hubieran muerto de hambre hace ya mucho). Sobre estos gobierna el Archibrujo, absoluto y todopoderoso gobernante de Erigion. Su voluntad se cumple sin reservas, su palabra es ley y solo nombrarlo inspira miedo en los corazones de la gente. Cuando un Señor Brujo asciende a tal posición debe atarse a él, quedando mágicamente vinculado. El Señor Brujo será libre, pero el Archibrujo podrá tomar posesión del mismo cuando lo desee, convirtiéndolo en una mera extensión de su voluntad. A menudo, el Señor Brujo ni siquiera será consciente de la posesión.
Y tienen razón.
Aproximadamente hace dos mil años, un rey de esas tierras, por entonces húmedas y fértiles, cuyo nombre ha desaparecido por completo de la historia, borrado por sus propios designios, quiso enfrentarse a los dioses, por considerarlos crueles y caprichosos. El rey había estudiado todos los tratados de hechicería que el mundo conocía, su poder era inmenso, y con ese poder abrió una puerta a las Tinieblas, de donde extrajo un demonio, una entidad de inmenso y maligno poder, a la que encadenó con magia sangre y almas a su propio espíritu. Según los escasos registros que quedan, la tierra se cubrió de sangre y gritos, y todas las luces del cielo, el sol, la luna e incluso las estrellas se oscurecieron durante cuarenta días, el mundo quedó sumido en las más absolutas tinieblas.
Cuando la sangre dejó de correr y el amanecer volvió a alzarse desde el océano, la tierra había muerto, ya nada crecería en Erigion. Y de toda aquella muerte surgió el Archibrujo, ni hombre ni demonio, algo más terrible que ambas cosas, una aberración antinatural, un monstruo como el mundo no ha conocido otro igual. El Archibrujo comenzó a forjar un ejército. Conquistó la tierra de Erigion en pocos años; no fue difícil, pues solo él era capaz de hacer que esta diera fruto. Muchos señores se unieron a él atraídos por las promesas de poder y una vida eterna, y los pocos que se resistieron sucumbieron a su poderosa brujería. Durante quinientos años cientos de miles de esclavos fueron enviados a las mazmorras del Archibrujo de donde salían convertidos en monstruosas abominaciones... o no salían nunca.
Tras quinientos años de planificaciones, los zwar, la última barrera contra los erigios, comenzaron a retirarse hacia el Norte. El Archibrujo dio la orden, y dieron comienzo las Primeras Guerras Sombrías, durante las cuales los emergentes reinos erenos lucharon inútilmente por frenar la marea de oscuridad que avanzaba desde el sur. Los atrasados y débiles reinos nada pudieron hacer ante los poderosos erigios, y en apenas cien años Era al completo se hallaba bajo la garra del Archibrujo. Dio comienzo entonces la Ocupación Erigia, una época de horror y tormentos durante la cual todas las razas erenas fueron esclavizadas y sirvieron para alimentar los infernales fuegos de la hechicería erigia. Toda la cultura, todos los registros, todo el viejo arte que cayó en manos de los siniestros amos fue destruido o llevado a Erigion, muy poco fue lo que sobrevivió.
No toda Era fue tomada a la vez, algunas campañas se alargaron durante años. Ventedia tardó casi trescientos años en caer, y nunca dejó de dar problemas, el Norte, la región que hoy ocupa Delinaria, resistió durante doscientos años, y Naam nunca fue tomada del todo. El Archibrujo parecía obsesionado con los secretos de los zwar y con destruir todo su legado, por lo que continuó con sus conquistas hasta el Norte Salvaje, más allá de la Frontera Helada, mandando sus primeras incursiones aproximadamente quinientos años después de su entrada a Era. Allí sufrieron los erigios su primera derrota, al expulsar los bárbaros surnitas a los invasores de nuevo al sur de las Tánaos. Poco después aconteció el Alzamiento de Veldark, seguido al poco por la llegada de los artenios, lo que terminó con la definitiva derrota de los erigios en el Norte. Los problemas empezaron a aparecer por todos lados, rebeliones de esclavos en Ventedia, problemas en Naam, incursiones varcenas... Habían dado comienzo las Segundas Guerras Sombrías, donde toda Era se alzó para acabar con el invasor.
Las Segundas Guerras Sombrías duraron cerca de cien años, y se saldaron con la victoria de los erenos en la última batalla de Fosa. De estas guerras y especialmente de la batalla de Fosa hablaremos en otro momento, pues resultan fundamentales para entender muchos de los acontecimientos y creencias de Era (particularmente la adoración a Dragón).
Actualmente los erigios son una cultura en decadencia, aunque su poder aún es grande, y el Archibrujo aún vive, o eso se dice. Comercian ocasionalmente con los erenos, pidiéndoles esclavos y cereal a cambio de oro, telas y joyas. También ofrecen misteriosos brebajes y poderosos amuletos, aunque muchos no son más que engaños que se aprovechan de la gran fama de hechiceros de los erigios (el ereno medio piensa que todos los erigios son brujos, hasta el punto de que la palabra erigio se usa también para referirse a cualquier hechicero o brujo). Viven languideciendo en sus opulentas ciudades que ahora se desgastan con el paso de los años, la piedra demonio se resquebraja y los Señores Brujos masacran a sus siervos por el mero placer de ver correr la sangre.
Aún así Era no descuida su vigilancia. Junto con las caravanas a menudo acuden esclavistas, y son muchos los que visitan esta tierra maldita en busca de conocimiento y poder. Su aislacionismo además hace imposible conocer el nivel exacto de su fuerza, por lo que en cualquier momento podrían volver a alzarse e iniciar una Tercera Guerra Sombría.
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