"No, el rey no se ha enterado porque está en Babia"
Ahora que ya estamos más familiarizados con el lugar y el origen de la expresión, os diré que desde hace unos años (tres exactamente) mi familia acude a tan apartado lugar durante unos días a descansar del ajetreo y hacer un poco de senderismo junto a algunos amigos. Mi primer año allí fue a su vez el año de mi estreno como master, y decidí que sería buena cosa enseñar a los hijos de los amigos de mis padres (y a mi hermanito ya de paso) las bondades de este noble arte que llamamos rol.
Los resultados fueron excelentes, y los niños (pues son todos más jóvenes que yo) esperan cada año con ilusión el viaje a Babia no tanto por el retiro, la tranquilidad y el senderismo como por la partida anual.
Este año hemos logrado por fin terminar con la aventura que teníamos entre manos (los años anteriores solían quedarse a medias), si bien han quedado algunos cabos sueltos que esperamos resolver en otro encuentro. La partida se ha realizado con el Sistema Valle, que les ha gustado bastante, al ser además la creación de pjs bastante rápida (en los años anteriores se nos iba casi una tarde entera en la explicación del sistema y la creación de fichas) y la ambientación postapocalíptica les ha sorprendido para bien, pues hasta ahora solo habían jugado a fantasía.
La partida ha sido similar a la anterior partida de testeo en cuanto a historia, introduciendo algunos cambios, y lo cierto es que ha acabado resultando muy distinta, pues los jugadores consideraron que acudir hacia la bola de fuego caíde del cielo sería muy peligroso y prefirieron dirigirse hacia la Vieja Gaelais, la urbe al norte. Les falló la preparación (la falta de experiencia...) y se tomaron los combates demasiado a la ligera, con cargas frontales que les saleron muy caras. Varias veces estuvieron los personajes al borde de la muerte.
Los personajes, por cierto, eran Tanis el Sem... *ejem*, Tanis, un talentoso curandero muy versado en la herbología, Obag, un salvaje de los bosques, Orbes, un bravo guerrero con hacha a dos manos, Natan, un avispado explorador cuyos agudos sentidos salvaron la vida al grupo en más de una ocasión y Isul, un rápido combatiente que abandonó pronto la aventura debido a las heridas y el cansancio.
Pero sin duda lo más intesante de la partida fue el lugar en el que se jugó. La última noche decidimos pasarla de acampada en la montaña, jugando a la luz de una linterna. El ambiente favoreció mucho las escenas de la aventura, en general duras y pelgrosas, además de hacerles darse cuenta de que viajar por ahí durmiendo al raso no es tan fácil ni agradable como alguno debía pensarse.
En su periplo se toparon con un buhonero con dominio sobre poderosa magia (un palo que hacía pum y mataba gente), una casa encantada que disparaba rayos, bandas de caníbales que intentaron devorarlos, perros de agudos colmillos y un lagarto gigante al que dieron muerte con tan solo tres flechas (suerte que tuvieron los malditos).
El malévolo master al ver su lagarto muerto.
En fin, aumentaron un poco más su experiencia como roleros y a partir de ahora no se olvidarán ya de las mantas ni de las antorchas cuando se vayan por ahí de aventuras.
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