Los surnitas son una tribu bárbara descendiente de los zwars, a los que ellos llaman Antiguos. Habitan en los valles del lejano Norte, y la religión es una parte fundamental de su sociedad, pues son fieles adoradores de Corm y Mahir. sus creencias no se han visto adulteradas por la religión Ymeria, como es el caso de muchas otras tribus bárbaras; esto se debe mayormente a que eluden el contacto con el mundo civilizado tanto como les es posible.
Sus pieles son pálidas, sus ojos negros y profundos y su cabello varía desde el negro azabache (el más común) hasta el gris plateado, más habitual en los habitantes de los picos. El contacto con otras tribus bárbaras o con delineses ha sido inevitable, por lo que los rubios y pelirrojos tampoco son del todo extraños. Por herencia zwar, son notablemente altos, superando la mayoría el metro ochenta.
Aún mantienen algunos de los secretos de la forja de los zwars, y los más importantes los guardan los chamanes con gran celo. Los beslar son sus bardos y juglares, van de una aldea a otra cantando canciones, llevando noticias y manteniendo vivas las viejas leyendas. De ellos se dice que poseen cierta magia que les protege del frío las bestias, otorgada por Mahir. Los chamanes poseen sistemas de escritura, y la mayoría de la gente sabe utilizar una serie de símbolos para comunicarse a un nivel básico.
Dado que no pueden cultivar cereal debido a las gélidas tierras que habitan, viven principalmente de la caza y el pastoreo, aunque la minería también se cuenta entre sus actividades. Suelen utilizar las viejas minas abandonadas por los zwars, por lo que el mineral que extraen es de la mejor calidad. Con este mineral y los poderosos secretos legados por los Antiguos se consiguen unas armas de maravillosa factura, admiradas en todo el mundo, aunque su rareza las convierte en armas de leyenda.
Son gente práctica y directa, fríos en el trato con los extraños, aunque traban fácilmente amistad con aquellos que creen que se lo merecen. Jamás olvidan una ofensa, y dedicarán su vida si es necesario a vengarla. Así mismo, sienten poco aprecio por joyas y metales preciosos, pues aún utilizan el trueque, y un buen lingote de hierro tiene para ellos mucho más valor que uno de oro.
Son gente práctica y directa, fríos en el trato con los extraños, aunque traban fácilmente amistad con aquellos que creen que se lo merecen. Jamás olvidan una ofensa, y dedicarán su vida si es necesario a vengarla. Así mismo, sienten poco aprecio por joyas y metales preciosos, pues aún utilizan el trueque, y un buen lingote de hierro tiene para ellos mucho más valor que uno de oro.
Para ser considerados surnitas de pleno derecho, los varones deben superar una prueba que consiste escalar el pico de la montaña más alta de los alrededores en busca de una bestia durante tres días con sus noches. Una vez la hallen, deben conseguir su corazón y entregárselo al chamán. Si no lo consiguen, deben elegir entre morir linchados o abandonar a los surnitas. Se les marca de manera que sean reconocidos en todas las aldeas. Es el chamán el que decide en qué momento deben realizar los hombres esta prueba. Las mujeres que pretendan ser guerreras (como oficio, pues todas las mujeres combaten si es necesario), deben superar también la prueba, arriesgándose a correr la misma suerte que los hombres si fracasan.
Tras esta prueba los surnitas reciben su Valor, representado físicamente en forma de un arma que debe acompañarles durante toda su vida. Pueden utilizar otras, mas jamás deben abandonar su Valor. Si esta se quiebra, vuelve a ser forjada, pero esto se considera signo de mal agüero.
Los surnitas viven en los valles de las montañas Tánaos, en pequeñas poblaciones que rara vez superan los cien habitantes. Las aldeas de cada valle se reúnen una vez al año para tratar los temas de interés común, decidir si marchar a la guerra, beber y reírse. Cada cinco años, los jefes, chamanes y varios hombres de su confianza acuden a una colina sobre la que se erige un gran círculo de colosales rocas, colocadas por los Antiguos según las historias, donde hablan como nación, tratando de leyes, juicios y otros temas. También se realiza un torneo donde el ganador recibe un arma o armadura forjada por la Garganta de Crom, líder de los chamanes.
Cuando los hombres civilizados se acercan mucho a sus tierras u ocurren varias incursiones en poco tiempo, los surnitas se unen y marchan a la guerra como una horda para expulsar al enemigo invasor y vengar a sus muertos. Durante estas Gerlas se cometen grandes actos de barbarie, con el fin de aterrar tanto a sus enemigos que no se atrevan a volver, pero cada quince o veinte años la historia se repite.
Aunque Corm es su principal dios, este es tiene como amante y consorte a Mahir, diosa de la vida, la fertilidad, la magia y (también) la guerra y la venganza. Existen mujeres, llamadas sorynak que acuden a los bosques y montañas para aprender de ella los secretos del mundo. Son muy respetadas como curanderas y consejeras, y a menudo la gente acude a ellas, incluyendo chamanes. De hecho, en las ceremonias de boda, es necesario que estén presentes un chamán y una soryna.
A Mahir se la relaciona fuertemente con el mundo mágico y a muchas de las criaturas sobrenaturales se las considera sus vástagos.
La implicación de los surnitas en la historia de Era ha sido más bien modesta, resumiéndose mayormente en la violenta expulsión de todos aquellos que alguna vez trataron de invadirlos.
Durante las últimas Guerras Sombrías, hace 500 años, los surnitas defendieron sus fronteras sin retroceder ni un momento ante el enemigo, persiguiéndolo hasta Delinaria y liberando así (sin darse cuenta) Nesareba. Sin embargo, poseídos por el furor, acabaron saqueando también esta ciudad antes de regresar más allá del paso de Sangreargenta.
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