Es inevitable, a veces estas cosas pasan. Tienes un grupo, una mesa de juego. Pero esta mesa no se conocía de antes, no son amigos de toda la vida, si no un grupo de gente con la que has decidido juntarte a jugar todas las semanas y ver qué se puede hacer. A muchos les acabas pillando cariño, algunos desaparecen (cosa de la selección natural) y otros permanecen... aunque a veces no sea del agrado de todos.
En mi mesa de juego hay un jugador que, por su juventud y amplios y flexibles horarios, se apunta a todas las partidas. Es un jugador que no dudaría en tildar de munchkin, esto es, disfruta potenciando al máximo las habilidades combativas de su personaje. A menudo se lo hemos echado en cara, y hemos intentado ayudarle para que haga de su personaje algo más que una segunda piel que vestir en un universo alternativo, piel hecha de números, cuanto más altos mejor. Pero no puede decirse que hayamos logrado grandes avances. Este jugador choca a menudo con otro de la mesa, seguramente el más veterano, que en ocasiones se exaspera y no puede evitar tratarlo con dureza (a mi entender, excesiva). Tampoco aporta nada al juego, y el resto de los jugadores, aunque no tan molestos como el veterano, consideran que tampoco se perdería nada si el jugador no viniera a las partidas (chupa px, se lleva oro y solo entorpece, dicen algunos).
Uno se encuentra entonces como máster en la difícil tesitura de decidir qué hacer con este jugador en particular. A mi personalmente no me causa mayor problema tenerlo por ahí revoloteando, aunque sea solo para tirar dados (y tener algunas ideas un poco... suicidas), pero hay jugadores que no están contentos con él y él mismo, al darse cuenta, no disfruta adecuadamente de la partida.
Así pues, como digo, después de hablar con el grupo y darme cuenta de la tendencia general, no tuve más remedio que hablar con el jugador en cuestión y explicarle cómo estaban las cosas. Se lo ha tomado bastante bien, y creo que ha sido lo mejor para todos.
Aún así no puedo evitar sentirme un poco mal. Es la segunda vez que tengo que hacer algo como esto; la primera era con un jugador con el que solo había jugado dos veces, por lo que no se me hizo tan duro, pero en esta ocasión se lo debía decir a un jugador que es habitual. No ha quedado fuera de mi mesa, seguirá jugando a las campañas en las que ya se encuentra, una de las cuales es con novatos y con la que se encuentra mucho más cómodo, pero no en ésta.
¿Habéis tenido que echar alguna vez a un jugador de vuestra mesa? Es un tema peliagudo, y a veces no sé cuál puede ser la aproximación correcta. Cuando hay un problema es evidente que la prioridad debe ser resolverlo, y en ocasiones esta puede ser la única solución. Como ya dije, he hablado con ambas partes, sobre la falta de actividad (y sentido común) con el novato y sobre la dureza con la que lo trata con el veterano, pero ninguno de los dos parecen mejorar su actitud. Aunque es un problema que puede ir capeándose, no va a solucionarse, y solo entorpece y disminuye la "calidad" de la partida. Y la diferencia de edad respecto al resto de los integrantes de la mesa no ayuda a superar el problema.
En fin, espero que todo esto haya sido para mejor.
En fin, espero que todo esto haya sido para mejor.
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