La exploración había sido sencilla, algunos ghouls, unos esqueletos, un par de zombis... lo normal en criptas de este tipo. También habíamos encontrado algo de tesoro, pero si los rumores eran ciertos, el premio gordo se encontraba en el tercer nivel, custodiado por una criatura terrible y monstruosa, que helaba el corazón de aquellos que se acercaban a saquear el tesoro de su señor.
Pero éramos aventureros, habíamos oído historias como esas mil veces y todas tenían algo en común: el guardián siempre caía ante el acero. O las bolas de fuego.
Así que confiados pero precavidos bajamos las escaleras y llegamos a un largo y oscuro pasillo. Las antorchas no iluminaban su final. En seguido todos sentimos la misma sensación, un vago terror en el fondo de nuestro estómago que nos paralizaba y secaba nuestros labios. A pesar de los conjuros de protección que el mago había tejido a nuestro alrededor, esta era perfectamente nítida. En ese momento tuve mis primeras dudas. Nos armamos de valor y continuamos avanzando.
Nos detuvimos en seco cuando nuestras antorchas iluminaron algo en el suelo. Preparamos nuestras armas dispuestos a saltar sobre lo que fuera aquello. Pero nos detuvimos en seco. Ante nosotros había un gato, un gato de aspecto normal y corriente que nos miraba con dos enormes ojos negros. Fue al cruzar nuestras miradas con la del gato cuando todo empezó. De pronto nos sentimos invadidos por un miedo irrefrenable, un terror que helaba nuestras extremidades y vaciaba nuestra mente. El gato no hacía nada, sencillamente estaba ahí parado. Mirándonos. Soltó entonces un lastimero maullido, que hizo que quisiéramos gritar, y al momento algo comenzó a formarse a su espalda, una especie de brecha o agujero. Otto fue el primero en reaccionar, un enorme guerrero cubierto de metal de los pies a la cabeza, saltó a por el gato con los ojos desorbitados. La espada golpeó el suelo, atravesando al gato. Pero atravesándolo, como si no estuviera ahí, sin dejar ni rastro de sangre ni afectar para nada al dichoso gato que nos seguía mirando con esos terribles ojos negros.
El agujero terminó de abrirse, y algo salió de él. En un momento hizo trizas a nuestro compañero y parecía dispuesto a ir a por nosotros. Finalmente reaccionamos, el mago y yo echamos a correr como alma que lleva el diablo, pero Liza no tuvo tiempo. La criatura que había llamado el gato se quedó ensañándose con ella mientras nosotros corríamos sin parar ni un momento a mirar atrás.
El mago y yo nos separamos, yo vendí mi parte del tesoro y monté esta posada. Aún puedo indicarte el lugar donde nos encontramos con ese monstruo, aunque dudo que quieras ir. Yo, al menos, no volvería por nada del mundo.
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Minino guardián (70 puntos)
Tipo de criatura: Bestia mágica menuda
Características: Fuerza 3 (-4), Destreza 16 (+3), Constitución 10 (+0), Inteligencia 4 (-3), Sabiduría 12 (+1), Carisma 16 (+3)
Rasgos raciales: Competencias limitadas, Desesperación 5 (CD 18), Desgarramiento, Evasión 1, Infravisión 2, Iniciativa mejorada 1, Longevidad 2, Presencia temible 5 (CD 18, 7.5 metros) Restauración, Trepador hábil, Vinculado 2, Vista ciega.
Habilidades: Acrobacias +11, Atención +5, Atletismo +6, Sigilo +16, Supervivencia +6
Bonificaciones: Ataque +6, Fortaleza +2, Reflejos +7, Voluntad +6
Aptitudes sobrenaturales: Reserva de esencia 6, Aptitudes sortílegas: Imagen persistente, Invocar monstruo 5, Lanzar maldición.
Combate: Iniciativa +9, Velocidad 9m, Defensa 19 (desprevenido 17), Garras +6 (1), Mordisco +6 (1), Derribar -4, Presa -11.
Salud: Puntos de resistencia 14, Umbral 6
El Minino guardián es una criatura creada por medios mágicos a partir de un gato, a menudo el familiar del hechicero. El Minino guardián queda anclado a un espacio en particular, obligando a protegerlo por los siglos de los siglos. Es inmortal, y si se le mata no tardará en regresar a la vida desde el más allá para continuar con su labor. La única manera de acabar definitivamente con un Minino guardián es alejarlo del lugar al que se encuentra anclado durante el tiempo suficiente como para que muera. Al regresar, pocos minutos después, volverá a ser un gato normal y corriente, posiblemente muy agradecido con quien lo haya salvado de su maldición.
El Minino está cubierto de todo tipo de encantamientos de miedo, de manera que cualquiera que lo vea sentirá como el valor no tarda en abandonarle. Solo aquellos de más férrea voluntad son capaces de resistir su mirada. El Minino emplea la Imagen persistente para crear una ilusión de si mismo, de manera que los enemigos ataquen a la ilusión mientras él se oculta de su vista. La ilusión provoca los mismo efectos de terror que el Minino guardián. Si alguien resistiera su terrorífica mirada, lanzaría sobre él una Maldición para debilitarlo todo lo posible, para conjurar a continuación una criatura directamente traída de los infiernos que haga frente a los invasores. A menudo esta criatura es algún tipo de fantasma o aparición. Mientras tanto el Minino (o mejor dicho, su ilusión) empleará cada asalto en emplear su Presencia temible para debilitar a los invasores.
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