La sesión más larga que he jugado nunca fue una de las sesiones de la campaña de Las Espadas de Robleda, en la cual acudieron a una villa (en la que ya habían estado con anterioridad) llamada Náguero para investigar una siniestra mansión situada en el fondo de un bosque (bastante rollo Ravenloft) también de aspecto bastante chungo.
La exploración del castillo estaba pensada para durar unas tres partidas, unas diez horas de juego, pero como era nocturna y los jugadores estaban animados acabamos jugándola entera en la misma noche. Empezamos hacia las diez de la noche y acabamos a las 8 de la mañana del día siguiente, más o menos.
La exploración de la mansión en sí fue bastante breve, lo gordo estaba bajo el castillo, y acabaron despertando (por sus propios errores, yo no tuve nada que ver) a un antiguo semidiós del mal: Eldav, Soberano de los no muertos. El tío de hecho se mostró bastante agradecido y les salvó el pellejo. Eldav salió un par de veces más en la campaña, pero debido a su prematuro final (el de la campaña) no hubo oportunidad de desarrollarlo bien a fondo. Una pena, era un malo que me gustaba. Muy pragmático. De hecho algunos de los jugadores aceptaron un "regalo" suyo que más adelante les hubiese causado serios problemas.
En las profundidades del castillo (que era un complejo de cavernas y catacumbas) se encontraron también con una hidra bastante tocha, golems, fantasmas enloquecidos que no causaban daño si no que enloquecían a sus oponentes... Fue una partida bastante completa, y la dungeon gustó mucho a los jugadores que encima consiguieron una burrada de px. Mientras tanto siniestros sucesos acontecieron en Náguero, y aunque los personajes tuvieron indicios de los mismos a su vuelta, pensaron simplemente que eran gente rara y volvieron a Robleda a gastarse el tesoro.
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