Siempre he tenido mala memoria, lo que junto a mi mala suerte hace difícil recordar algún crítico memorable. Creo que el mejor fue en una partida de Aquelarre en la que nos enfrentábamos a una armadura infernal en las profundidades de Toledo. Mi personaje era un brujo navarro llamado Dumixi de Fuerza 5 (el mínimo posible) que trataba de pensar en algún conjuro que nos salvase la vida mientras el resto del grupo trataba de enfrentarse a la armadura, aunque con escaso éxito.
Los planes del que iba embozado en la armadura era llevar a cabo un gran aquelarre y sacrificar a todas las almas de Toledo a Surgat, uno de los demonios mayores. Mi personaje, que a pesar de ser brujo era un cacho de pan, pensó que eso no podía permitirse, además de que sus compañeros iban a cascarla. Así que aprovechando la impiedad del lugar y un cuchillo ritual maléfico que obraba en su poder propuso un trato a Agalarioteph (o como se llame el demonio mayor de la magia), según el cual él, Dumixi, le entregaba su alma y sacrificaba las que aquella armadura infernal portaba (que eran almas de nonatos, encima) al demonio y a cambio este le daba poder para dañar la armadura.
Agalarioteph aceptó, pero aún así las posibilidades de éxito eran escasas (un 30% de habilidad en cuchillos no asegura nada). Tensión, los dados ruedan y... ¡crítico! El casco de la armadura se hunde y el cuchillo atraviesa la cabeza del maligno servidor de Surgat. Dumixi logra así salvar las almas de Toledo, a cambio de la suya propia. Mis compañeros jugadores nunca me lo agradecieron, y encima acabaron por denunciar a Dumixi a la Inquisición. La campaña terminó ahí, aunque yo siempre he sostenido que Dumixi logró escapar gracias a sus conjuros (que eran muchos) y ahora es feliz en alguna montaña sacrificando cabras a su oscuro señor y pensando en la manera de recuperar su alma.
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