Como imagino que en todos los casos, hay muchas anécdotas que siempre se recuerdan. Sin embargo, casi todas giran en torno a la campaña de La Marca del Este que dirigí hace dos años.
Había un jugador novato en la mesa, un chaval que era de mi clase y al que finalmente logré convencer para que probase y que a día de hoy es uno de mis jugadores fijos y todo un veterano. En la campaña de La Marca el jugador (que se llama Escudero) llevaba a un elfo ladrón llamado Lethalon que se ha convertido en uno de esos personajes ya fijos en mi imaginario y con derecho a una novela propia. El caso es que el jugador en cuestión tuvo una mano de perro brutal a lo largo de toda la primera partida, pifiando todo lo posible y más, y estuvo en la misma línea durante toda la segunda partida (que transcurría en un pueblo invadido por muertos vivientes). Es estas que aparece el malo maloso, un mago de nivel alto (más que los pjs al menos) y con un repertorio de conjuros de estos que quitan el hipo. El jugador pregunta a ver si puede hacer un ataque preventivo (andaba oculto por lo que se consideraría ataque furtivo), y yo le dejo. De repente la mano de perro abandona al jugador (hasta ahora), que saca un impresionante 20 en el dado, que unido al ataque furtivo provoca que el daño infligido al mago lo haga caer redondo. Ahí comenzó la leyenda de su arco, que acabó siendo bautizado como Matamagos, y del propio Lethalon. Todos, absolutamente todos los magos que aparecieron en esa campaña fueron eliminados por Letahlon, que nunca cambió su arco, ni siquiera por arcos mágicos que fueron apareciendo (al final lo convertí en un arco mágico por la historia que tenía detrás).
En una ocasión se encontraron con una túnica que si no se la ponía su legítimo dueño todo el mundo a su alrededor lo percibía como su enemigo (cambiando en apariencia) y la utilizó para convencer a la comunidad criminal de Marvalar de que había muerto, vengándose de paso de un tipo que lo había timado. En otra partida, estando a nivel 4 o 5, mató a una quimera de dos flechas.
En una partida en la que tenían que colarse en un campamento de orcos y bárbaros, acabaron volviendo a los unos contra los otros reduciendo drásticamente la efectividad del ejército. Un jugador que acabó abandonando la partida hechizó a un jefe orco para que fuese su colega y guardaespaldas personal.
Hay historias en otros juegos, como las de Vidar Barbablanca, enano erudito y ninja, o de Barbanas de Xor, que acabó él solo con 12 de 15 soldados enemigos faltándole un ojo, un brazo y una pierna.
O como un mago apóstata con nombre de personaje de peli porno (Falos) y un enano hambriento de pan decidieron darse el gusto y convertir una porción de Thedas en una región de la Tierra Media (en Mordor, de hecho), haciendo estallar un volcán y poniendo en marcha una revolución élfica.
Todas ellas merecerían una entrada por sí sola.
¡Pues dedícasela!
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